Las primeras exposiciones colectivas de cierta relevancia se remontan a 1964, en las que mi padre participa con pinturas figurativas al óleo, sin embargo la fecha que marca el verdadero giro de tuerca de su investigación pictórica es 1968, en ocasión de la exposición en la Galería “Il Semaforo” de Florencia, una galería que, en aquella época, era conocida por dar visibilidad a los nuevos artistas italianos con talento.
En ocasión de esta primera exposición personal comienza un recorrido pictórico caracterizado por un propio estilo geométrico de la realidad acompañado por especiales cromatismos, un estilo esencial, sencillo, en el que ya se aprecia su preferencia por una gama clara de colores.
Esta primera exposición personal fue bien recibida por la crítica, lo que le llevará, en los años siguientes, a realizar exposiciones personales en varias ciudades italianas.
Otra fecha fundamental es 1973, cuando es invitado por el “Politecnico Centrale di Londra” a una exposición personal.
En esta exposición, mi padre se aleja completamente de su visión figurativa y comienza un nuevo recorrido basado en temas abstractos, en una “relación espacio-tiempo”, usando materiales diversos.
Desde esta exposición, y durante los años siguientes, mi padre se centrará siempre en la abstracción dedicándose también a la escultura, con obras realizadas en mármol y “pietra serena”; asimismo, creará piezas únicas de joyería que él mismo diseña y realiza llevando sus experiencias al “Centro Design Orafo della Camera Nazionale della Gioielleria Italiana”.
En este momento son numerosas las exposiciones a nivel nacional; de esta época es también su primera presencia en París, en la Galería “la Serrure”, que se convertirá en los años siguientes en un punto constante de referencia para sus nuevas exposiciones personales en Francia.
1979 representa el punto álgido del recorrido artístico de mi padre: abandonada completamente la abstracción, vuelve en efecto a la pintura figurativa con un personalísimo estilo de Hiperrealismo “chiarista”, un nuevo estilo figurativo en el que sintetiza sus experiencias anteriores.
No pudiendo utilizar más los colores al óleo por culpa de una molesta alergia desarrollada a causa del uso de los disolventes, intentará recrear, con los acrílicos, el color y el calor que había logrado en su primera etapa figurativa así como el peculiar uso de los colores al óleo.
A través de un minucioso uso de las veladuras logrará recrear en sus pinturas una sensación de luz constante, cálida, difícil de obtener con la técnica del acrílico.
Una nueva pintura hecha de paisajes toscanos que presenta a través de imágenes sutiles, objetos que se pierden en la luz en la que domina el silencio y la transparencia.
De aquí en adelante Gino Conti empieza una carrera artística internacional que lo llevará a exponer sus obras constantemente en galerías de Florencia, París y Amsterdam.
Sus obras se encuentran en museos, colecciones privadas y entes públicos en Italia, Gran Bretaña, Holanda, Francia, Alemania, Arabia Saudí, Estados Unidos…
Mi padre recibió premios en varias exposiciones y sobre su obra han escrito conocidos críticos en importantes diarios y revistas de arte, tanto en Italia como en el extranjero; se interesaron por su figura varias emisoras televisivas entre las que se encuentran la RAI (Radiotelevisione Italiana) y la BBC, además de numerosas emisoras privadas.
Hasta aquí, la historia de mi padre. Un sencillo autodidacta que realizó gran parte de su producción artística en su pequeño pero estupendo estudio en la Plaza del Duomo, encima de los tejados de Florencia, un pequeño estudio donde, en los días ventosos y despejados de mayo, tienes la sensación que el Campanario de Giotto fuese a caerse sobre tu cabeza.
Un florentino auténtico, enamorado de su ciudad, un hombre que no tuvo una vida demasiado fácil, un hombre que fue siempre alentado y ayudado a conquistarse un espacio en el mundo del arte por mi madre, un punto de referencia constante durante toda su vida.
Mi madre, desgraciadamente, con 50 años de edad, tuvo un ictus cerebral que cambió en un instante toda nuestra vida familiar y sobre todo la de mi padre.
Los últimos doce años de su vida fueron caracterizados por esta desgracia y su misma pintura se vio inexorablemente afectada, desgarrada, de alguna manera.
Mi padre se fue el 3 de mayo de 1996 a la edad de 67 años, después de una serie de acontecimientos que minaron definitivamente su salud.
Me ha dejado sus cuadros hechos de luz y silencio, en los que revivo nuestra vida, sensaciones tan vivas en las que puedo aún percibir los olores y perfumes de aquellos años que pasamos juntos.
Traducción realizada por:
Società Dante Alighieri di Oviedo (Asturias)